La mejor escuela

Texto que escribí con motivo del 50 aniversario del periódico «Andalán», 21 de marzo de 2022

Plácido Diez

Llegué a “Andalán” de la mano de José Luis Fandos y de Luz Abadía. Nos conocimos en el Centro Aragonés de Barcelona de la calle Costa. Yo entonces estudiaba en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona y pertenecía a la Asamblea de Emigrantes Aragoneses.

La Asamblea había invitado al periodista de “Andalán” a dar una charla  sobre la lucha medioambiental en Aragón, definida entonces por la oposición a las centrales nucleares en la ribera del Ebro con el liderazgo de las asociaciones Defensa de los intereses del Bajo Aragón y del Bajo Aragón turolense (Deiba y Deibate) y posteriormente a la central térmica de Andorra inmortalizada en la obra colectiva “El Bajo Aragón expoliado” promovida por Mario Gaviria.

Fue en Barcelona, el 16 de junio de 1978, donde se produjo un acontecimiento que señala uno de los picos más altos de movilización aragonesista que protagonizaron “Andalán”, su director, Pablo Larrañeta, y el periodista José Luis Fandos.

Más de 12.000 personas nos reunimos en el Palacio de Deportes de Montjuic para escuchar a los cantautores aragoneses, José Antonio Labordeta, La Bullonera, Joaquín Carbonell, en solidaridad con la revista y con los dos profesionales contra los que se había querellado por presuntas injurias el director general de la entonces Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y La Rioja (CAMPZAR), José Joaquín Sancho Dronda.

En el artículo, titulado “La trastienda de la Caja” y publicado el 20 de enero de 1978 en el número 149 de la revista, se hacía un recorrido por la biografía del director general aludiendo a sus negocios privados, a su fortuna personal, a sus aficiones y a los puestos de responsabilidad que compatibilizaba.

El juez de instrucción número uno de Zaragoza había decretado la libertad provisional sin fianza para los dos periodistas pero había solicitado el depósito de un millón de pesetas en concepto de responsabilidad civil, cantidad que debía ser entregada en el plazo de 24 horas. Salieron al rescate los senadores de la Candidatura Aragonesa de Unidad Democrática (CAUD): Ramón Sáinz de Varanda, Lorenzo Martín-Retortillo y Antonio García Mateo.

Mantuvimos el contacto, colaboré desde Barcelona con entrevistas como las que le hice a Federico Jiménez Losantos, que acababa de publicar “Lo que queda de España”, y a Josep Benet, un destacado político catalán de la transición.

Ya durante el verano del 78 colaboré con José Luis en algunos reportajes en la comarca del Jiloca sobre el futuro del entonces matadero de Oscar Mayer de Calamocha y, acompañados por José Mari Lagunas, sobre el descabellado proyecto de un senador de la UCD, Alberto Fuertes, para desecar la laguna de Gallocanta y convertirla en tierras de cultivo que movilizó incluso a Félix Rodríguez de la Fuente.

Así llegó la oferta de hacer prácticas de verano. Mi bautismo profesional fue el incendio del hotel “Corona de Aragón” el 12 de julio de 1979. Esa mañana me tropecé con el fuego de camino hacia la redacción de la calle San Jorge, 32, y en estado nervioso movilicé a José Luis y al fotógrafo Jacinto Ramos.

Fue una extraordinaria experiencia informativa y de debate, en primera línea de la tragedia: 78 fallecidos y más de 100 heridos. La democracia pendía de un hilo por el continuo “ruido de sables”. “Andalán” descartó la hipótesis del atentado. Pocos días después del incendio, pude entrar junto a Luis Granell y a uno de los propietarios, Emilio Parra, a comprobar cómo había quedado el hotel.

Después del verano, me ofrecieron una colaboración, que compartí con Lola Campos, habíamos llegado el mismo día a la redacción, y comenzó una intensa etapa de aprendizaje y de reporterismo, de hacer periodismo en la calle y en el territorio que nos apasionaba.

Lola Campos, Enrique Guillén, José Carlos Arnal, María Jesús Hernando, Fernando Baeta, Javier Losilla, Javier Arruego, Adelina Mullor, fotógrafos como Jacinto Ramos, Rogelio Allepuz, Daniel Pérez, dibujantes como Carlos Azagra, colaboradores como Francisco Ortega….y todos los que me dejo.

Todos aprendimos de la mano de profesionales rabiosamente independientes como Pablo Larrañeta, Luis Granell, José Luis Fandos, José Ramón Marcuello, Rafael Fernández Ordóñez, Enrique Ortego. Y asistimos a encendidos debates en el Consejo de Redacción sobre la línea editorial junto a fundadores y profesores como Eloy Fernández Clemente, José Antonio Biescas, José Antonio Labordeta, Guillermo Fatás, José Carlos Mainer, Juan José Carreras, Ramón Salanova, Agustín Sánchez Vidal, Carlos Forcadell, Luis Germán, Lorenzo Martín-Retortillo, Antonio Embid, Enrique Grilló, Jesús Delgado, Javier Delgado, Ángel Vicién y Ramón Górriz.

Se debatía sobre la cultura a la que se daba mucha importancia, la autonomía (me tocó cubrir la asamblea de los 180 alcaldes de la UCD en el cine “Las Vegas” de Montalbán que frenaron en seco la vía del 151), la democratización de las cajas de ahorro, los pros y los contras de la General Motors, los trasvases, la unidad de la izquierda, la memoria histórica (recuerdo la primicia “Diarios de un capuchino” de Pablo Larrañeta sobre los fusilamientos en el cementerio de Torrero), el urbanismo, la ecología, la despoblación, el desequilibrio territorial y las incompatibilidades como en aquel controvertido reportaje sobre los clanes médicos de Teruel que Luis Granell tituló “Caciques de bata blanca”.

“Andalán” fue, además de una extraordinaria escuela, una publicación abonada a las ideas colectivas y al aragonesismo inconformista y reivindicativo, y una gran defensora de la autonomía que, 40 años después de la aprobación del Estatuto, le ha sentado muy bien a los aragoneses. En mi caso, solo puedo sentir agradecimiento en este 50 aniversario.

Deja un comentario